J. H. Shera presenta un artículo titulado “Cerebral foundations”; el cual cita en su obra: Los fundamentos de la educación bibliotecológica. En dicho artículo fundamenta la relación entre La Biblioteca y el Individuo y señala que […] Aunque la biblioteca es un [… instrumento] cread[o] para optimizar la utilidad de los registros gráficos para el beneficio de la sociedad, logra esa meta trabajando con el individuo […]. Por tanto el estudio propio del bibliotecario es el hombre; [su] sistema […] de comunicación, los modos en que aprende, su lenguaje, sus reacciones a la palabra registrada y la influencia del registro en su comportamiento. El bibliotecario como mediador entre el hombre y su registro gráfico, se sitúa en el punto en que el hombre y el libro se encuentran en una fructífera experiencia intelectual. Así, la educación del bibliotecario debe abarcar mucho más que una pericia técnica. Nadie puede negar que el bibliotecario debe “saber sobre libros”, pero debe saber mucho más que eso; en el más amplio y rico sentido debe ser una persona instruida. Es la interfase hombre-libro la que tiene la clave hacia una filosofía de la biblioteconomía y define el contenido intelectual de la educación bibliotecológica. El autor finaliza con la siguiente premisa a modo de pregunta: ¿Qué es un libro para que el hombre pueda conocerlo, y qué es un hombre para que pueda conocer qué es un libro?. [Al respecto indica que] esa es la cuestión filosófica dominante a la que la educación e investigación bibliotecaria debe dirigirse siempre.
En la obra de C. Mercader, la autora señala que la relación usuario-bibliotecario debe ser la que se establece entre un cliente y un profesional, [debido a que] el usuario se relaciona con el bibliotecario para que le proporcione un servicio, para que le resuelva un problema relacionado con la información que necesita utilizar con un determinado objetivo; por lo que este último deberá velar siempre por la ventaja del primero. Así, el bibliotecario tendrá que conocer bien las necesidades de información de su(s) usuarios(s) a través de los estudios que realice, los que aportarán los datos que llevarán a definir su perfil de intereses de información.
Y, al respecto de los perfiles de interés, la misma autora señala que dichos perfiles, dan la pauta al bibliotecario para satisfacer las necesidades de información de sus usuarios, por otro lado se da por sentado que debe conocer el manejo de las fuentes de información no importando el soporte en el que se encuentren.
En la obra de C. Mercader, la autora señala que la relación usuario-bibliotecario debe ser la que se establece entre un cliente y un profesional, [debido a que] el usuario se relaciona con el bibliotecario para que le proporcione un servicio, para que le resuelva un problema relacionado con la información que necesita utilizar con un determinado objetivo; por lo que este último deberá velar siempre por la ventaja del primero. Así, el bibliotecario tendrá que conocer bien las necesidades de información de su(s) usuarios(s) a través de los estudios que realice, los que aportarán los datos que llevarán a definir su perfil de intereses de información.
Y, al respecto de los perfiles de interés, la misma autora señala que dichos perfiles, dan la pauta al bibliotecario para satisfacer las necesidades de información de sus usuarios, por otro lado se da por sentado que debe conocer el manejo de las fuentes de información no importando el soporte en el que se encuentren.